Gracias
a Embajadores de
Libros y a Carlos Aponte,
el autor, por acercarme y facilitarme esta novela, El gran Mizusan
Carlos
Aponte, el autor, nos lleva a vivir una investigación por pederastia y pedofilia
llevando el relato como si fuera una crónica periodística, aunque con partes
noveladas como el mismo señala.
En
esta novela desde el principio se nos alerta del peligro que supone para la
Sociedad en general, y para los padres con niños y niñas en particular,
determinadas actuaciones de personas cercanas que pueden llegar a violentar de
alguna manera la inocencia del menor. En este sentido el autor de esta obra se
centra en el problema, tanto psicológico como sexual, que lleva implícito la
pederastia y la pedofilia. Aun a pesar de ser dos manifestaciones sexuales
aberrantes y repulsivas, además de crímenes o delitos de los que más mellan
hacen en la psique del que la víctima y más aversión produce también en la
Sociedad, sin embargo, son a su vez los más difíciles de rastrear puesto que se
valen de la Deep web y diversas
ramificaciones para impedir que el trabajo policial consiga más éxitos.
A
esto hay que añadir, tal y como se hace mención en la novela, que tampoco se
pueden pasar por alto los derechos fundamentales de las personas, que los
delincuentes también poseen, que están recogidos en la Constitución y que
impide el uso de ciertos métodos poco legales, o ilegales, tanto como de dudosa
ética policial. Es decir, que el fin no siempre puede justificar ciertos medios.
Otro
punto que también aborda la obra es el de la vida dentro de las prisiones. Todo
un ecosistema con sus propias reglas, que, junto con las legales, sitúan a cada
preso en su escalón dentro de la misma. De esta manera, y contando con el
beneplácito de los vigilantes en algunas ocasiones, especialmente en Estados
Unidos, a determinada tipología de presos (violadores y pederastas) le son
aplicadas otras condenas más agresivas y lesivas para su salud. Así, quien se
adentre en la lectura de este thriller vislumbrará parte de este complejo
mundo.
También
se detiene el autor a indicarnos que por muy protectores que seamos, y por muy
vigilados que tengamos a nuestros seres queridos, no podremos evitar que les
puedan ocurrir accidentes y sucesos graves. Sin importar el dinero que
tengamos, o a pesar del mismo. Además, para estos magnates y dueños de grandes
cantidades de dinero, y en especial grandes informáticos, como puede ser Bill
Gates, no confían en la tecnología para sus hijos para que no sean controlados
a través de sus dispositivos digitales.
Igualmente
nos lleva a empatizar con la difícil labor del periodista de investigación, que
está siempre supeditada a la labor policial. Y además debe contar con algo de
suerte para ser exitosa.
Por
último, destaca el poder de la inteligencia humana, que a pesar de los avances
tecnológicos todavía no ha sido igualada. Y menos cuando se trata de actos
malvados, ilegales y moral y éticamente repudiables.
Personalmente
la novela me ha parecido una maravilla por cómo trata un tema tan escabroso
como el principal de la obra. De hecho, este es un gran punto a su favor y por
el que recomiendo mucho su lectura.
Se
puede conseguir un ejemplar en:
DATOS BIBLIOGRÁFICOS
·
Título:
El gran Mizusan
·
Nº de páginas:
273 páginas
·
Editorial:
Autopublicado en Amazon
·
Idioma original:
Castellano
·
ISBN:
9798847965590
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