Primero
me gustaría agradecer a Silvia
Fernández que me eligiera como Lector
0 de esta novela, Los últimos días de
mayo, y que reseño en este post.
Silvia
Fernández Serrano, la autora, nos hace reflexionar sobre la Sociedad actual y
la manera de regirse por parte de los gobernantes y poderes fácticos en su
nueva novela, Los últimos días de mayo,
una distopía que parece casi real.
En
ella, su protagonista, una adolescente, se rebelará ante la opresión y el
control absoluto que ejercen las autoridades; para ella cualquier persona con
un mínimo de poder, yendo desde los profesores hasta los gobernantes sin
olvidar a los padres, sobre la población. En la novela el control se ejerce y
se observa a través del uso que se hace de los distintos tipos de métodos de
seguridad pasiva, como cámaras de vigilancia, y por los datos contenidos en los
dispositivos electrónicos. Esta situación produce que haya un pensamiento único
y castigos para quien no cumpla las reglas que impone, o dicho de otro modo
para quien desarrolle una opinión propia.
En
este sentido la novela tiene reminiscencias orwellianas ya que recuerda a su
célebre 1984. Aunque, también es un
serio aviso a la merma en los Derechos y Libertades que de manera paulatina, y
sin ser consciente de ello, estamos sufriendo desde hace años. Además de estar
siendo controlados las 24 horas durante los 7 días de la semana a través de
cualquier objeto tecnológico que poseamos.
Sin
embargo, en la novela, al igual que ocurre en la realidad, la protagonista
junto a otros compañeros luchará contra este sistema enrolándose en las filas del
llamado Movimiento, y perpetrando
acciones que buscan el despertar de la Conciencia de la Sociedad, como no hace
tantos años pasó con el movimiento 15-M y la aparición de nuevos partidos
políticos de apariencia más democráticos. Extrapolado estas acciones a la
realidad del mundo se puede entender como todas aquellas actividades que tienen
como finalidad acabar con los regímenes autoritarios, o con las democracias tan
sesgadas como las que existen en muchos países. O, incluso, avisar a la
Sociedad sobre el mal uso del poder que están haciendo los políticos y
poderosos, junto a la desinformación que existe por el abuso de ciertas
herramientas digitales; tales como el teléfono móvil, redes sociales, etc., que
han conseguido que perdamos la capacidad de análisis y crítica.
Unido
a esto, la obra también critica la manera en que se relación las distintas
generaciones con sus progenitores, aumentando la falta de diálogo y el
desconocimiento de los intereses de cada uno, por lo que termina habiendo una
falta de empatía que perjudica el diálogo y entendimiento.
Igualmente
critica ciertas técnicas educativas y de reinserción que se utilizan en los
centros destinados a tal fin, es decir cárceles y centros de menores, donde se
busca más controlar mediante la represión química, en algunos casos física, que
usar técnicas destinadas al uso del autocontrol ante determinados pensamientos
delictivos y criminales.
De
igual manera en la novela se expresa las distintas etapas por las que casi
todos los adolescentes pasan durante esta época de su vida, desde la rebeldía
al mutismo ante los padres.
Por
último, en la novela también se ofrece una buena metáfora sobre la vida y cómo
la vemos, siendo gris y anodina al estar controlados y pautadas nuestras
acciones al milímetro, mientras que estalla en una visión colorida cuando
realizamos actos que nos ayudan a realizarnos como personas y nos motivan para
vivir.
A
pesar de ser una distopía, personalmente pienso que posee todos los
ingredientes de verosimilitud necesarios para hacer reflexionar al lector. Por
ello opino que es una lectura bastante recomendable.
Se
puede adquirir un ejemplar en:
DATOS BIBLIOGRÁFICOS
·
Título:
Los últimos días de mayo
·
Nº de páginas: 280
páginas
·
Editorial: Letra
R editorial
·
Idioma original:
Castellano
·
ISBN: 978-84-125425-8-5
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